Decretado Bien de Interés Cultural en 1999, este espacio arqueológico de unas 12 hectáreas pertenecientes al Parque Nacional San Esteban, es el primer parque arqueológico del país y representa un sitio de gran valor histórico y cultural que da fiel testimonio de los estilos de vida que antecedieron a la población tal como la conocemos.
Estos petroglífos fueron tallados en piedras de lajas, los primitivos utilizaron objetos como cristales de cuarzo y caracoles, que abundaban en las riberas del Lago de Valencia o lago Tacarigua, y bajo la técnica de la abrasión (que consiste en la utilización de un objeto más duro al que se usará para plasmar el dibujo), representaban sus figuras.
Los primeros estudios conocidos de los petroglifos de Piedra Pintada se trasladan al siglo 19, con trabajos de Arístides Rojas, quien en 1878 publicó las primeras informaciones de estas figuras. Posteriormente, otros arqueólogos como Luis Oramas (1939), José Maria Cruxent (1952); Raúl Alvarado, Hernán Kabe y Aino de Kabe (1958) continuaron profundizando sobre estas figuras e identificando algunas de ellas.
Entre los petroglifos más destacados de Piedra Pintada se encuentra la Diosa de la Lluvia o de la Fertilidad. Es una figura que se aprecia en una roca de importante tamaño, en la que se observa una forma femenina realizada con figuras geométricas como círculos, rectángulos y cuadrados, y algunas espirales. Este símbolo ha sido utilizado como un icono del municipio Guacara de la entidad carabobeña.
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